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Aborto: Inocencia, hipocresía y otras situaciones…

Antes que nada, me gustaría dejar claro que yo estoy a favor del derecho a decidir de las mujeres embarazadas.
 Creo que el aborto debería ser el último recurso, y tengo claro que las leyes que se basan en un período de plazos NO aumentan el número de abortos de manera significativa, como ya se ha demostrado durante el tiempo que estuvo vigente la ley de plazos en nuestro país. Sin embargo ese tipo de leyes sí han demostrado proteger la vida y la salud de las mujeres embarazadas que desean abortar.
 A veces desearía ser tan inocente como algunos miembros de los autodenominados colectivos “provida”. Desearía que fuera verdad que leyes más restrictivas pueden disminuir el número de abortos sin poner en peligro la vida de las mujeres embarazadas… pero no es así, como podemos ver en estos ejemplos:
Recientemente, la dentista india Savita Halappanavar murió estando embarazada de 17 semanasporque la ley irlandesa, de inspiración explícitamente católica, prohibía que los médicos practicaran el aborto de un feto que, dada la grave enfermedad de la madre, no tenía ninguna probabilidad de sobrevivir. El aborto era posible si los médicos concluían que la madre estaba en peligro de muerte de no terminarse el embarazo: pero éstos se negaron a hacerlo. Cuando el corazón del feto dejó de latir, cuatro largos días después del diagnóstico, la madre ya padecía una septicemia provocada por esa espera, que le causó la muerte. Savita murió pidiendo que no le aplicaran a ella, una hindú que solo estaba en Irlanda de paso, una ley inspirada en una religión que ella no profesaba y unos “principios morales” que ella no compartía.
En El Salvador, Beatriz, embarazada de un feto inviable por carecer de cerebro, pasó varias semanas gravemente enferma a la espera de un aborto terapéutico que nunca llegó. Los médicos habían dejado claro que para ella, que ya tenía un hijo de 13 meses y estaba gravemente enferma de lupus e insuficiencia renal, esperar al nacimiento del bebé representaba un riesgo mortal.
A pesar de contar con el mandato de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la Corte Suprema de Justicia le negó el derecho a abortar (negando que esa decisión supusiera “vulneración de los derechos a la salud y vida” de la demandante) y la ministra de  Sanidad tan solo autorizó que, tras superar el límite de 20 semanas de embarazo, se practicara una cesárea, dejando claro que lo había hecho porque en ese momento “la interrupción del embarazo ya no es un aborto, es un parto inducido”.
Aunque Beatriz salvó su vida, su caso quedó como un ejemplo universal de mala práctica causada por la imposición de los dogmas de fe sobre los criterios médicos. Las autoridades religiosas salvadoreñas intervinieron en numerosas ocasiones para descalificar las valoraciones de los equipos médicos, trivializar los problemas y el sufrimiento de la madre, y dejar claro que su preocupación principal era que no se sentara un precedente “para legalizar el aborto”.
En Michigan, los hospitales católicos niegan, por orden directa de la Iglesia, el procedimiento médico estándar a mujeres cuya vida corre peligro si no se realiza el aborto de un feto inviable. Recientemente, una mujer que había roto aguas a las 18 semanas de embarazo fue enviada a casa dos veces, hasta que regresó con fiebre por una innecesaria infección que puso en severo riesgo su vida y tuvo que ser sometida al correspondiente aborto. Ante la denuncia de la ACLU por poner en riesgo la vida de la paciente, el arzobispo Joseph Kurtz declaró que esta denuncia era un caso claro de “ataque a la libertad religiosa”. Sin embargo, como denunció The New York Times en su columna “ Cuando los obispos dirigen el tratamiento médico”, está claro que sus directivas recomiendan un procedimiento que pone en peligro dos vidas cuando una es ya inviable, causando un daño evidente a algunas pacientes.
Todo esto no ocurriría si no existiera un dogma religioso que, al considerar al feto como una persona completa con alma, impide que las decisiones médicas se tomen de forma racional.
En nuestro país, un ministro y un gobierno declaradamente católicos han introducido cambios legales para supeditar el tratamiento médico a los dictados de la fe. Incluso en los casos especialmente graves, que son los únicos aceptados por la nueva ley (el riesgo para la salud de la madre y los embarazos resultantes de una violación), se introducen procedimientos largos y complejos basados en la desconfianza en el criterio de los médicos a cargo de la paciente que, al retrasar la intervención, aumentan innecesariamente tanto el sufrimiento como el riesgo para su vida. En otros casos que quedan fuera de la nueva ley, como el de fetos con graves malformaciones, se actúa directamente contra el respeto a la dignidad humana  y contra un criterio amparado explícitamente por el Tribunal Constitucional.
(Extraído del artículo: “Cuando la medicina puede curar pero la fe obliga a morir”, enlace al artículo completo: http://www.eldiario.es/cienciacritica/sanacion_por_fe-secta-medicina-aborto_terapeutico_6_213538646.html).

Una forma realmente efectiva de evitar abortos es evitar embarazos no deseados. Tenemos el ejemplo holandés, un país con una de las legislaciones más permisivas en materia de abortos, pero que en cambio tiene el menor número de abortos de toda la Unión Europea. Para evitar embarazos no deseados podemos hablar de dos vías: una educación afectivo-sexual de calidad, que ya puestos también podría disminuir el número de violaciones, y la segunda vía sería un acceso más fácil a los anticonceptivos.. Ya que nuestro hipócrita gobierno no parece dispuesto a apostar por una educación afectivo-sexual en los colegios, son los padres y madres los que tienen que conversar con sus hijos e hijas. Es frecuente que culpemos a la mujer que “se ha quedado” embarazada. “Algo habrá hecho”, aunque haya sido violada, “a saber cómo le ha provocado”.
En cuanto a las conversaciones con nuestros hijos varones sobre la dignidad de la mujer:
“¿Os acordáis de esa charla íntima que tuvisteis con vuestro hijo? ¿Esa en la que le dijisteis: «Te quiero y necesito que sepas que independientemente de cómo vista o actúe una mujer, no es una invitación para que le silbes, te rías de ella, la acoses o la asaltes»?
¿O de cuando le dijiste que «la virginidad de una mujer no es un premio y acostarte con una mujer no te da puntos»?
¿Qué tal esa conversación en la que compartiste con él el conocimiento legal de que «no hace falta que una mujer forcejee y ni que el hombre la reduzca para que se considere VIOLACIÓN. Y que Intoxicación (etílica o por otras drogas) significa que no puede dar su consentimiento legal, NO que sea un objetivo fácil»?
O quizás recuerdes haber compartido mi favorita: «Tus experiencias sexuales no determinan cuánto vales, igual que las experiencias sexuales de una mujer no determinan cuánto vale ella».
Por último, pero no por eso menos importante, ¿recuerdas haberle dado un toque a tu hijo cuando descubriste que estaba usando la palabra «puta» así porque sí? ¿O cuando le oíste hablar de una chica del colegio más como una conquista que como una persona?
Me gustaría que pensases en estas conversaciones y que te preguntes por qué no las recuerdas. La razón más probable es que no hayan ocurrido. De hecho, la mayoría de los padres no las han tenido.”
Esta parte es un extracto del espléndido artículo de Carina Kolodny, me llegó a través de este enlace, el artículo completo no tiene desperdicio: http://sonrisasyvida.org/2012-04-16-09-02-27/temas-de-interes/948-estimados-padres-de-hijos-adolescentes-la-conversacion-que-tienes-que-tener-con-tus-hijos.
Por desgracia, la nueva ley sobre la interrupción voluntaria del embarazo no va acompañada de ninguna medida realmente efectiva para prevenir los embarazos no deseados, sólo tiene partes restrictivas sobre cómo, quién y cuándo puede abortar. Sobre ese tema, sobre todo el tema de las malformaciones, dejaré hablar  a una colega que tiene mucha más experiencia que yo sobre el sufrimiento que conlleva tener un hijo con cualquier tipo de discapacidad:
 
Reflexion de una pediatra (Elisa Fernandez Cooke, copiado de su facebook con su permiso) indignada.
Querido Señor Gallardón:
Soy una médico pediatra que acaba de terminar una guardia de 24 horas sin dormir y mi capacidad de entendimiento puede estar algo mermada pero… ¿He entendido bien?. ¿Va usted a obligar a mujeres a tener hijos con malformaciones graves para luego abandonarles a su suerte sin ayudas económicas para la mayoría de estas personas?.
Como pediatra he conocido a muchas familias con hijos nacidos con malformaciones graves, bien porque no se conocía su condición antenatal o bien porque los padres, conociendo la malformación, decidieron voluntariamente seguir adelante. Le puedo garantizar que en los casos graves los pacientes y sus familias pasan auténticos calvarios con múltiples cirugías largas y complicadas y con largos periodos de estancia en unidades de cuidados intensivos para luego ser dados de alta con secuelas y tener una calidad de vida, en muchos casos, nefasta. Usted habla de derechos, si hubiera vivido de cerca algún caso sabría que estos niños sufren mucho física y emocionalmente y desgraciadamente, precisamente por ser niños, en algunos casos son objeto de ensañamiento terapéutico por no querer rendirnos a su enfermedad. La mayoría de estas familias acaba desestructurada con problemas de salud física y mental y con problemas económicos por no recibir suficiente ayuda por parte de las administraciones. Le invito a que pase el postoperatorio de una cirugía cardiaca de una cardiopatía compleja en la unidad de cuidados intensivos (pueden ser meses) día y noche con una familia para saber de qué estoy hablando.
Ya dejando de lado mi parte humana y médica y poniéndome en la postura política (que afortunadamente no soy) esta medida ahorrará dinero en abortos practicados por la sanidad pública y ganará votos conservadores (además de desviar la atención) y como no van a dar ayudas a las familias no supondrá mucho gasto…pero las cirugías, estancias hopitalarias, consultas, rehabilitación, bajas por depresión paternas, etc… cuestan mucho, mucho dinero, se lo digo en el idioma que entiende.
Hasta ahora llevo los recortes con indignación como el resto de los españoles e intento no opinar de economía porque no es mi campo. Hasta hace dos días no sabía lo que era la prima de riesgo. Ahora ha entrado usted en mi campo y sólo puedo sentirme frustrada y con ganas de llorar.
De verdad que como ministro de justicia ¿no tiene nada mejor que hacer? Hay muchos ladrones, defraudadores y demás calaña (no tiene que buscar usted muy lejos) que deben responder ante la justicia y los ciudadanos. Céntrese.
¿Le había dicho que estaba saliente de una guardia de 24 horas? ¿sabía que según las leyes europeas es ilegal y en España nos las saltamos a la “torera”? ¿algo que opinar como ministro de justicia?. Es demasiado fácil hablar desde la ignorancia.
Una Pediatra con ganas de llorar.
Pues eso… yo también tengo ganas de llorar.
Pero como mi propósito de año nuevo es actuar, os dejo el enlace de una página web en la que, si realmente queréis abortar y no os lo permiten, os pueden ayudar:
Ojalá pronto pueda volver a actuar libremente, a acompañar a las mujeres que tengan que tomar esa terrible decisión sin tener que volver a la clandestinidad (hay una larga tradición de médicos y otros profesionales sanitarios que desde SIEMPRE hemos ayudado a las mujeres en esa situación, independientemente de las leyes. Yo he acompañado mujeres con las dos leyes anteriores, y las seguiré acompañando con ésta)… hasta entonces… habrá que seguir recetando antiácidos y rogando para que las mujeres sean bien tratadas cuando vayan al hospital con un aborto en curso. Lo único que sé cierto es que los viajes a Londres van a volver a ponerse de moda….

2 comentarios en “Aborto: Inocencia, hipocresía y otras situaciones…”

  1. Gracias, Sol!! Eres libre para compartirlo donde y con quien quieras, me parece fundamental hacer visibles a las mujeres embarazadas que no desean, o no pueden, gestar al embrión o al feto que llevan en sus úteros. Ellas son las verdaderas VÍCTIMAS en todo este follón religioso-legal-ideológico. Un abrazo!!

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