En el excelente curso que estoy haciendo sobre Ecología de la infancia (https://saludmentalperinatal.es/formacion-ecologia-infancia/), hemos tenido una clase sobre prevención del abuso sexual infantil (a partir de ahora, ASI).
Como sabéis, soy una gran defensora de la educación afectivo-sexual desde edades tempranas, como forma de prevención del ASI.
Con respecto a la prevención, simplemente quiero dejar claro que SE PUEDE prevenir, y también SE PUEDE detectar de forma temprana el ASI.
En general tanto los bebés (sí, es horrible pero hay que hablar de ello porque pasa) como los niños y niñas, dan señales de que «algo» está pasando, ya sea con un familiar o con una persona que les cuida.
Pueden ser cosas muy sutiles, como que la criatura no quiera quedarse a solas con una persona con la que antes se quedaba sin problemas, o que aparten la cara cuando esa persona les intenta dar un beso.
En general quiero romper una lanza, una vez más, a favor de la capacidad de los niños y niñas para detectar qué personas son confiables y cuáles no lo son. Confiemos en nuestros hijos e hijas, si no quieren dar un beso, un abrazo, si no quieren quedarse con alguien, no les obliguemos a hacerlo.
Por supuesto es fundamental que haya un apego seguro con la figura cuidadora, sea la madre, el padre u otra. Una criatura con un apego seguro, una criatura que ha sido bien criada, bien tratada, va a detectar un maltrato, un abuso, mucho antes que una criatura que ha sufrido negligencia o maltrato.
Es URGENTE dejar de lado ciertas «convenciones sociales». Se habla mucho de poner «límites» a los niños y niñas… y demasiado poco de respetar los límites que ellos y ellas ponen.
Si un niño de dos años NO QUIERE compartir un juguete, dar un beso, dar un abrazo… está poniendo un límite, está diciendo NO… Y hay que permitir esos «noes», porque son el gérmen de ese otro NO, del consentimiento, del respeto al propio cuerpo.
¿Y aprenderá alguna vez a compartir?
Por supuesto, los humanos estamos genéticamente predeterminados a la generosidad, al compartir. Podemos hablar de las consecuencias de no compartir, básicamente que las otras personas no compartan con nosotros… pero ojo con cómo lo decimos: «Si no compartes los otros niños y niñas NO TE VAN A QUERER»… ¿Para que nos quieran tenemos que traspasar nuestros límites? ¿Para que nos quieran tenemos que dar algo que no queremos dar?
Mucho cuidado con éstos mensajes.
Hoy, gracias a mi profesora Ana González Uriarte, que me ha permitido utilizar su magnífica clase, quiero ir un paso más allá. Cuando todo ésto ha fallado.
Quiero daros pautas sobre qué hacer cuando un menor, tu hijo, tu hija, un sobrino o sobrina, una criatura con la que tengas contacto por tu profesión, os cuenta un episodio de abuso sexual.
Creo que mi madre lo habría hecho mejor si hubiera tenido éstas pautas, yo lo habría pasado mucho menos mal cuando revelé en mi momento el abuso al que estaba siendo sometida por una persona de mi entorno, y el trauma habría sido al menos amortiguado por el convencimiento de que mi madre no sólo me creía, sino que en ningún caso me consideraba culpable, cosa que no tuve clara hasta mucho tiempo después, gracias a la terapia, y a conversaciones con mi madre de adulta.
Deseo de corazón que nunca tengáis que utilizar éstas pautas, significaría que algo está cambiando, pero por desgracia la realidad del ASI es que seguimos detectando apenas la punta del iceberg. Espero que os sea útil.
Quiero dejaros claro que ACTUAR ES LA ÚNICA MANERA DE PROTEGER.
No hablar, no contar, «dejarlo correr», el típico «tampoco es para tanto»… No funciona, y sé de lo que me hablo. Cuando no se actúa para apartar al abusador (lo nombro en masculino porque el 90% de los agresores son varones, y cerca del 85% pertenecen al entorno familiar o cercano), cuando no se actúa para evitar que la criatura se encuentre con el abusador, NO ESTAMOS PROTEGIENDO a esa criatura.
Si estamos escuchando a la criatura (o a la persona adulta) como profesionales, nos tenemos que regir por la necesidad de NO REVICTIMIZAR.
Hay que escuchar atentamente, sin interrumpir, evitar el interrogatorio, y especialmente no dirigir, no sugestionar.
Pediremos permiso para tomar notas a fin de ser lo más literales posible, copiando exactamente las expresiones de la persona que nos lo cuenta.
Es muy importante estar atentos al lenguaje no verbal.
A la hora de responder, fundamental HACERLE SABER QUE LE CREEMOS, que nada de lo ocurrido es culpa suya, que sólo la persona abusadora es responsable de lo ocurrido.
Insistir en la VALENTÍA de contarlo, y en agradecer esa valentía, y la confianza que ha tenido en nosotros como profesionales.
Ser cautelosos a la hora de expresar nuestros sentimientos, y aceptar los de la persona abusada, ofrecer un abrazo o un contacto, como apretar la mano, y aceptar si la persona no los desea.
No nos corresponde ni juzgar ni investigar (a menos que seamos jueces o policías), y es fundamental ser claros y transparentes con la persona abusada.
Sólo le podremos ayudar si hablamos con otras personas, si actuamos para evitar que lo que le ha pasado vuelva a ocurrir. Por supuesto será el mínimo de personas posible, le garantizaremos toda la discreción que el asunto merece, pero como hemos dicho antes: ACTUAR ES LA ÚNICA MANERA DE PROTEGER.
En resumen:
LE CREEMOS.
ESTÁ SIENDO MUY VALIENTE AL CONTARLO.
NO ES CULPABLE
VALIDACIÓN: Validar quiere decir que dejemos claro que TODAS las expresiones emocionales son válidas, todo lo que ha hecho (o no ha hecho) es válido, porque le ha servido para sobrevivir a una situación complicada y confusa, y en muchos casos dolorosa.
Como padres o madres puede ser muy complicado mantener la cabeza fría, y aún así es necesario, porque lo que hemos dicho como profesionales, vale también para los familiares.
A menudo el problema es que la reacción de los familiares es más intensa que la del propio niño o niña,especialmente si es la madre la que descubre los abusos que realiza su pareja o ex-pareja (sea padre o no de la criatura).
Puede ser que la vergüenza y la culpa nos invadan y como padres o madres nos sintamos incapaces de proteger a nuestra criatura, e incluso que al no manejar dichos sentimientos seamos capaces de culpar a las víctimas.
No juzgo a nadie, a mi madre le pasó cuando le conté mi abuso, la primera pregunta que me hizo fue: «¿Y por qué le dejaste que te hiciera eso?».
Yo tenía 10 años en aquel momento, y los abusos habían empezado cuando todavía tenia 9, mi abusador era un conocido de la familia de más de 60.
Como está claro, la pregunta no es para nada pertinente, y me hizo sentir mucho peor de lo que ya me sentía. Comprendo que mi madre no lo supo hacer mejor en ese momento, y supongo que una de las cosas por las que deseaba escribir éste artículo es precisamente evitar a otra criatura que se sienta como yo me sentí.
Supongo que como madre, como padre, NADA te prepara para escuchar algo así, y espero que éste artículo os ayude a manteneros suficientemente en vuestro centro para ser capaces de seguir las mismas pautas que aconsejamos a los profesionales.
La base es que CREEMOS a la persona abusada. Y desde la convicción de que nos dice la verdad, validamos sus emociones y buscamos ayuda.
La Fundación ANAR tiene una guía con distintos pasos que me parece sencilla y clara. Ante un ASI, el adulto a quien la persona abusada acude, especialmente si es su madre o padre, puede seguir éstos pasos:
Lo primero que hay que hacer: Tranquilizarle y desculpabilizarle. Lo que ha ocurrido no es culpa suya, sino de la persona que ha utilizado sobre él su situación de poder
Hay que acudir con el/la menor a un centro médico, a poder ser un Hospital y preguntar por la sección de Pediatría Social para que le exploren y hagan un parte de lesiones (en el caso de que las haya, a veces no las hay, pero es aconsejable que lo valore un pediatra en cualquier caso, para proceder a la denuncia posteriormente).
Con el parte de lesiones, acudir a denunciar la situación a cualquier comisaría cercana
Contar con el apoyo de profesionales de la psicología que ayuden al niño o niña a elaborar la situación que ha vivido para que no le haga daño en un futuro
Como persona abusada, os aseguro que lo que más me importaba era qué pensaban mis padres de mí y que me creyeran. Todo lo demás, aunque importante, porque como hemos visto sólo actuando podemos proteger, es mucho menos importante que esa primera reacción de confianza, de serenidad, de que la criatura tenga claro que TÚ eres la persona adulta, y TÚ te vas a encargar de protegerle contra viento y marea.
Aquí unos cuantos recursos, para saber más:
https://www.anar.org/abuso-sexual-padres/
https://www.anar.org/abuso-sexual-menores/
https://www.savethechildren.es/actualidad/abuso-sexual