Queridos papá y mamá:
Veo que a menudo no sabéis qué hacer conmigo. He pensado que quizá algunas indicaciones por mi parte podrían serviros de algo.
No hace falta que me deis todas las cosas que os pido. A menudo no os estoy pidiendo “esa cosa” en concreto (chuche, juguete, play station…), a menudo os pido algo mucho más valioso para mí: Vuestro cariño, vuestra presencia, vuestro tiempo… Eso sí que lo necesito en abundancia, ¡nunca me canso de jugar con vosotros, de vuestros mimos, de vuestros abrazos…!
Me gusta cuando me habláis tranquilamente y con respeto. Aunque me estéis regañando. Cuando gritáis, no os entiendo bien, me asusto y me bloqueo… y aprendo que los conflictos se resuelven gritando… y que el que más grita, más razón tiene… ¡y yo puedo gritar superalto!!!
Me encanta que me pidáis las cosas por favor. Así yo aprendo a hacer lo mismo con vosotros. Cuando me explicáis las cosas es más fácil que yo las haga… ya sé que la “supernanny” dice que no necesito explicaciones…. ¡pues no es verdad! A mí me gusta que me expliquéis por qué hacéis las cosas… Juraría que alguna de las veces que volvéis a casa estáis enfadados porque el jefe os ha ordenado hacer cosas con las que no estáis de acuerdo o que son absurdas… Pues duele mucho más cuando los que te obligan son tus padres.
Cuando me prometéis algo, me gusta que lo cumpláis. Me gusta saber que puedo confiar en vosotros. Vale, a veces me gusta cuando os olvidáis de los castigos… o de que no me he comido el brócoli…
Me siento bien cuando me decís que hago las cosas cada día mejor. No me gusta que me comparéis con otros, ¡y mucho menos con mi hermano o hermana! Yo soy yo, y soy “único e irrepetible”, ¡¡que eso lo dice mucho Teresa la pediatra!!
Me siento más seguro cuando estáis seguros de las cosas que decís. Cuando hoy es “sí” y mañana “no”, me pierdo, no sé a qué atenerme, y sigo probando a ver si “hoy toca” que me dejéis hacerlo.
Ya sé que soy más lento al vestirme que cuando me vestís, y que hago las cosas más despacio si las hago solo… ¡pero me gusta tanto probar! ¿Podríais tener un poquito de paciencia y confiar en mí?
Sé que los papis no son perfectos… y me encanta cuando lo reconocen y me dejan que les perdone. Cuando os pillo en una mentira me cuesta entender que me digáis que mentir es malo, ¿es malo sólo cuando lo hago yo? ¿Cuándo me pedís que diga que tengo cuatro años en vez de seis en el cine ya no es malo?
Y después me decís que fumar es malo y vosotros fumáis… Y que no tengo que gritar… ¡¡pero me lo decís a gritos!!
Me gustaría que tuvierais algo muy claro, y es que yo sólo aprendo de lo que veo, sólo me puedo comportar con vosotros de la misma manera que vosotros os comportáis conmigo.
Y… yo tampoco soy perfecto. A veces hago cosas malas… y no sé muy bien por qué. A veces simplemente estoy aburrido, otras estoy enfadado porque no me estáis haciendo caso, otras me he despistado y se me ha caído el agua, o el zumo… pero no me gusta que me digáis que SOY malo… quizá he hecho algo mal, pero a mí también me gusta que me perdonen cuando hago algo malo.
Me gusta cuando hablas con tus amigos. A veces te enfadas con ellos, pero es raro que les grites o les insultes… Aunque sea tu hijo… ¿me puedes tratar como tratas a tus amigos? Porque Anita tiró el jarrón sin querer y no le gritaste… y conmigo te pusiste…. ¡¡Ufff!!
Pero bueno, vamos a ir terminando, que es una carta muuuuy larga y ya estoy cansado. Te quiero mucho mamá, te quiero mucho papá. Ya sé que lo sabéis, pero también sé que os gusta escucharlo… ¡y a mí también me gusta mucho que me lo digáis! ¡¡Un besotote babosote!!