Ante el famoso caso de difteria del niño de Olot, se han disparado todas las alarmas, y con razón.
La difteria es una enfermedad que puede ser severa, como ha quedado demostrado, y que durante casi 30 años ha estado erradicada, gracias a una cobertura vacunal amplia (digan lo que digan supuestos expertos). Sigue dentro de la vacunación sistemática precisamente para evitar casos como el que nos ocupa. Porque no nos equivoquemos, cuantos menos niños vacunados haya, más casos como éste nos encontraremos.
Comprendo el miedo de los padres y madres tienen a las vacunas. Comprendo que la vacuna es una intervención sanitaria potencialmente peligrosa en un niño sano… Y por eso tenemos que explicar mejor por qué es importante. Y por eso tenemos que aceptar que haya progenitores que no deseen aplicar dicha intervención a sus hijos.
Muchos padres y madres llegan a mi consulta porque su pediatra lo único que les ha dicho es que hay que vacunar, y que son unos irresponsables si no vacunan. A menudo vienen enfadados, porque no se les ha dado una información adecuada sobre pros y contras (información que deberíamos manejar todos los sanitarios, estando al día tanto de lo que dice el Comité de Vacunas como de lo que se dice en otras páginas contrarias a la vacunación). Y no sólo eso, se les ha acusado de “malos padres” precisamente por preguntar, por interesarse, por querer saber más. Supongo que el problema es que el sanitario de turno, médico o enfermera, se siente “pillado”, no tiene la información que los progenitores demandan y sale por la tangente fácil de culpabilizar a los padres y madres.
Seamos honestos, los efectos secundarios de las vacunas existen, están especificados en los prospectos y la mayoría son leves… pero otros no lo son. Y sigamos siendo honestos, aunque la inmunidad de grupo da una protección extra incluso a los niños no vacunados, a veces esta protección falla… y fallará más cuantos menos niños vacunados haya. La vacunación, como decía en mi anterior artículo sobre vacunas (ver aquí) no es sólo una decisión personal, es también una decisión de salud pública, y así tenemos la obligación de explicarlo. No todas las vacunas son iguales, no todas son igual de necesarias, ni todas están igualmente probadas… motivo por el cual es totalmente respetable la decisión de aquellos padres que no quieren vacunar de ciertas vacunas. Y debería facilitárseles la posibilidad de elegir unas u otras, siempre según la última evidencia científica.
El problema es que desde las instituciones se dan informaciones contradictorias, poniendo y quitando vacunas sin ningún criterio científico, teniendo 17 calendarios vacunales distintos en lugar de un calendario consensuado (¡basta ya de calendarios de mínimos, UN CALENDARIO ÚNICO, POR FAVOR!!!), retirando vacunas de las farmacias sin dar ninguna razón… Y así nos va.
Aquí hay muchas responsabilidades que deberían ir a la par:
1.- La responsabilidad de los padres y madres, verdaderos agentes de salud de sus hijos, que tienen el derecho (y yo diría que también el deber) de ser informados de una manera veraz y completa sobre cualquier intervención de salud que se vaya a realizar sobre el menor.
2.- La responsabilidad de los sanitarios, que tenemos el deber de actualizarnos CONSTANTEMENTE sobre vacunas, efectos secundarios, “qué se cuece” en otros foros como la Liga por la Libre Vacunación… y tenemos también el deber de comunicarnos con los padres de una manera respetuosa y correcta… elijan lo que elijan para sus hijos.
3.- La responsabilidad de la Administración Central, que debería instaurar un calendario unificado, haciendo caso a lo que dicen los expertos, no dando bandazos por razones políticas y económicas (honestamente, ¿hay alguna partida sanitaria más barata y a la vez más eficiente que la de las vacunas? NO, NO LA HAY).
Tenemos el deber de EVITAR en lo posible que casos como el del niño de Olot se repitan. Y eso sólo será posible si mejoramos la comunicación entre sanitarios y padres, y si se deja de marear la perdiz desde la Administración. Por último quiero compartir con vosotros el espléndido artículo de Armando, de Bebés y Más, con el que estoy completamente de acuerdo. Lo podéis ver aquí
. Espero que una información fidedigna y clara como la que da Armando en este artículo sea el día a día de todos los sanitarios que tenemos contacto con niños. ¡Un abrazo!