Como pediatra, una de las consultas más frecuentes que me hacen y uno de los síntomas que más angustian a los padres recientes, es el llanto.
Nos agobia sobre todo ese llanto “sin razón”, de última hora de la tarde, que puede durar horas, y para el que, aparentemente, no tenemos ningún tratamiento eficaz.
Hoy os hablaré de las causas del llanto de los niños. Me basaré en estudios sobre el llanto y en libros como: “Crying, the mistery of tears”, de Frey W y Langset, M, “The crying baby”, de Kissinger, y en publicaciones de la web primal (www.primal.es) .
Los niños básicamente lloran:
a) Por un malestar presente (gases, irritación en el culete, dolor de garganta, otitis, calor o frío…)
b) Por un malestar pasado (sobre estimulación a lo largo del día, trauma del parto, estrés acumulado)
Lo que me gustaría que quedara bien claro es que un bebé SIEMPRE LLORA POR UN MOTIVO. No llora “para manipular” o “por vicio” o “para fastidiar”. Y NUNCA hay que dejar que LLORE SOLO.
Un niño, cuando llora, debería estar siempre acompañado por su padre o su madre, y preferiblemente en un contacto cercano (en brazos o al menos acariciándole mientras se calma).
En los niños recién nacidos la causa más frecuente del llanto, sobre todo de ese llanto de última hora de la tarde, desesperado y agotador, es la sobreestimulación y el estrés acumulado a lo largo del día.
Es un llanto que mejora espectacularmente reduciendo las visitas y manteniendo al niño en contacto constante con la madre, evitando la lactancia “con horarios” e instaurando la lactancia a demanda, y reduciendo en general el estrés de los padres, para que puedan dedicarse a acoger a ese pequeño en sus, generalmente, demasiado ocupadas vidas.
Nils Bergman, en “Restoring the original paradigm” lo dice muy claro: El hábitat de un niño es el pecho de su madre. Es donde se reduce su estrés, es donde se mejora su temperatura y su ritmo cardíaco, es, definitivamente, DONDE TIENE QUE ESTAR.
¿Por qué el pecho de la madre? Pues porque la mujer que acaba de dar a luz tiene una particularidad, su pecho es capaz de adaptar su temperatura para dar cobijo al bebé, habiéndose comprobado que, si el bebé está frío, el pecho de la madre aumenta su temperatura hasta 2 grados centígrados, mientras que cuando el bebé tiene fiebre, puede bajar su temperatura para ayudar al bebé a auto-regularse.
La simple separación de la madre provoca estrés en el niño.
El “dejarlo en la cunita para que descanse”, el no cogerlo en brazos “para que no se acostumbre”, provoca un estrés acumulado que el niño eliminará con el llanto.
¿Entonces tengo que tenerlo encima todo el rato? Pues, preferiblemente, SÍ.
¿Dejará de llorar en absoluto? No, ya hemos dicho que el bebé puede llorar por muchos motivos, pero habremos reducido de forma importante su estrés y va a llorar mucho menos.
¿Y qué hago si sigue llorando a pesar de tenerlo encima todo el rato? Ahí es aconsejable descartar causas médicas del llanto, otitis, gases, etc. Muchas veces no encontraremos nada. Es frecuente que los niños que han sufrido partos traumáticos, que han sido separados de la madre en las primeras horas, y sobre todo niños que han estado en incubadora, precisen llorar muchos días para eliminar todo ese estrés acumulado.
Una vez hemos comprobado que el niño no tiene nada físico, la manera de acompañarle en el llanto es la siguiente:
1) Coge al bebé y busca un lugar confortable para sentarte.
2) Intenta buscar su mirada y que te mire, puedes mecerlo suavemente.
3) Trata de relajarte y hazte consciente del amor que sientes por ese bebé indefenso que llora.
4) Háblale suavemente, hazle saber que estás ahí para él, que puede abandonarse y llorar, que vas a acoger su llanto, incluso explícaselo con palabras.
5) Conecta con tus propias emociones, si el llanto de tu bebé despierta tu propio llanto, llora con él/ella y explícale que tú también estas triste, que es bueno llorar cuando uno se pone triste.
6) Tócale con ternura, acaríciale, y no te preocupes si esto provoca más llanto al principio.
7) Continúa sosteniéndole atentamente hasta que deje de llorar espontáneamente.
La principal fuente de estrés de los bebés es la sensación de que sus necesidades primarias no están siendo cubiertas. Esto puede suceder:
a) Por omisión: Toda clase de abandono físico o emocional, no coger al bebé lo suficiente, no tocarle o besarle, no acoger sus distintos estados emocionales (tratarlo mejor si está sonriente y peor cuando llora), falta de atención y empatía…
b) Por comisión: Heridas físicas o verbales. Burlas, amenazas, gritos, castigos, insultos…
Cuando un bebé llora, los adultos no deberíamos irritarnos ni sentirnos manipulados. Un bebé NUNCA MANIPULA. Sólo necesita saber que estamos ahí. Aunque no consigamos consolarlo, el estar con él y que sienta que le queremos es una labor inapreciable.
Nuestra primera reacción ante el llanto suele ser negativa porque nuestra generación fue muy reprimida en cuestiones como el llanto, sobre todo los niños (“¿ y ahora qué te pasa?” “lloras como una nena” “te voy a dar un cachete para que llores con razón”…).
De repente, el bebé “llorón” despierta a nuestro «niño interno», reprimido durante tantos años, y nos escuchamos diciendo lo mismo que nos decían a nosotros nuestros padres, y descubrimos tendencias agresivas que nos horrorizan (“yo es que cuando se pone así, lo tiraba por la ventana”), o aparece una sensación de impotencia que nos paraliza (“tengo que ser muy mal padre/mala madre para que llore así”, “¡no consigo que se calle de ninguna manera!”…).
Es fundamental poder hablar de esto con otros padres y madres, poder desahogarnos y encontrar espacios para cuidar de nuestros “niños interiores”, que necesitan también ser escuchados.
Es importante pedir ayuda cuando nos sentimos desbordados y no sentirnos mal cuando otra persona consigue calmar a nuestro hijo.
Poco a poco nos iremos entendiendo mejor y cada vez los llantos serán menos duraderos, aprenderemos a estar ahí para nuestro hijo y a acogerle tal y como es. ¡Mucho ánimo, padres y madres! La crianza es difícil, pero es también la tarea más importante que tendremos en nuestra vida.
No olvidemos nunca que nuestro bebé llora porque nos necesita.
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Escribí éste artículo para un concurso del blog de la SEMFyC (Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria). Tras un mes de correcciones al final