En la línea de lo que os compartía en el anterior artículo, va este artículo de mi compañero Luis Rajmil. Podéis encontrar el original (en catalán), en este enlace: https://diarisanitat.cat/el-dany-collateral-pot-superar-el-que-es-preten-prevenir-covid-19-i-poblacio-infantil/
Os lo he traducido. Una vez más, es importante reflexionar sobre los derechos de la infancia en general y sobre cómo proteger a la infancia más vulnerable, en particular… Al final el problema es que podemos acabar teniendo efectos más graves de los que queremos evitar… Pues eso, ahí os lo dejo, para seguir reflexionando:
El daño colateral puede superar el que se pretende prevenir: COVID-19 y población infantil
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28/05/2020
Es inaceptable alejar a los menores del contacto con sus iguales, de un ambiente que permite la convivencia y de un contexto cultural enriquecedor.
Una Editorial publicada recientemente sobre COVID-19 e infancia resume con claridad lo que está sucediendo con la infancia en esta pandemia: «la población infantil se somete a riesgos con el objetivo de reducir la expansión de una enfermedad que produce daños en los adultos». (1)
Hay muchas incertidumbres respecto de las vias de transmisión de la COVID-19, la inmunidad y su duración, etc.
Entre los primeros resultados que se han comprobado y repetido en todos los países, el que los menores de 15 años presentan una incidencia acumulada, gravedad y letalidad mucho menor que el resto de población.
Los resultados de la primera etapa del estudio de prevalencia realizado en el Estado español, indican que los menores presentan menor prevalencia de anticuerpos igG. (2)
En este estudio, los primeros resultados muestran que en menores de un año, la prevalencia de IgG es de un 1,1% (intervalo de confianza del 95%: 0,3-3,8%), entre 1-4 años de 2,2% (1,4-3,6), de 5 a 9 años 3% (2,3-4,1) y de 10-14 años 3,9% (3,1-4,9), mientras en la población general ronda el 5% (4,7-5,4).
Estos datos y los resultados preliminares de las revisiones basadas en las primeras curvas epidémicas en China, Corea y el resto del mundo (3, 4), refuerzan la idea de que la población infantil padece menos y con menor gravedad la enfermedad, y aún más, como «vectores de transmisión», lo son menos que los adultos.
El cierre de los colegios fue una de las primeras medidas de aislamiento que se tomaron en la mayoría de los países del mundo afectados por la pandemia. Es muy probable que dicha decisión estuviera basada en epidemias anteriores como la de la gripe, y en la idea preconcebida de que los menores son importantes «vectores de transmisión».
No obstante esto, además de los datos mencionados que contradicen estas ideas, según una revisión sistemática, el cierre de los colegios como medida única, reduce la mortalidad general entre 2-4% de las muertes, mucho menos que otras medidas de distanciamiento (5)
En las siguientes etapas hay que tener cuidado de no estigmatizar más a los niños y niñas, y todavía menos cuando dicho estigma no está basado en evidencias científicas. Y más aún hay que evitar adoptar medidas que se sabe que tienen claros y conocidos efectos adversos en la población infantil.
Antes de la pandemia, el Estado español presentaba uno de los porcentajes más elevados de riesgo de pobreza infantil, abandono escolar precoz, y las mayores desigualdades en los determinantes sociales de la salud infantil de Europa (desempleo familiar, familias monomarentales sin recursos, etc.). Las medidas de aislamiento social adoptadas han aumentado y aumentarán todavía más estas desigualdades a corto, medio y largo plazo, si no se adoptan medidas urgentes para paliarlas.
Los y las menores de las familias más pobres tienen menos recursos, pueden depender de las comidas escolares y de los parques infantiles para hacer ejercicio, tienen menos probabilidades de tener un acceso adecuado a Internet y espacio suficiente que les permita el aprendizaje y el acceso a recursos adicionales para dar soporte a otras actividades.
A esto se suman los daños adicionales a causa del aislamiento social, la falta de la acción protectora de la escuela, el aumento de la ansiedad y de los problemas de salud mental, las agresiones y la violencia doméstica, y el maltrato infantil. Y esto coincide con un desajuste entre las necesidades y la provisión de servicios sanitarios, educativos y sociales.Esto es particularmente cierto para la población infantil más vulnerable.
Es inaceptable alejar a los menores del contacto con sus iguales, de un ambiente que permite la convivencia y de un contexto cultural enriquecedor.
Pretender adoptar distancias de seguridad entre los menores y evitar que interactúen durante el periodo escolar sin buscar alternativas más cercanas al normal crecimiento y desarrollo infantil, por hacer un símil con cuestiones actuales, es proponer que se reinicie el fútbol, pero sin pelota.
Parece necesario recordar ahora los Derechos de la Infancia declarados en 1989. El artículo 3 propone: «En todas las medidas concernientes a los y las menores que tomen las instituciones públicas o privadas de bienestar social, los tribunales, las autoridades administrativas o los órganos legislativos, el interés superior de niños y niñas será la consideración primordial a la cual se atendrá» (6)
En conclusión, se propone hacer una llamada urgente a los que toman las decisiones, a la sociedad en general, para que se escuche a la población infantil, para que se defiendan sus derechos a una educación infantil y de adolescentes equitativa en el contexto actual.
Habría que revisar la viabilidad de reducir el número de alumnos por clase y aumentar los espacios necesarios sin que aumenten las desigualdades en el acceso a la educación, dar voz a los menores en la toma de decisiones, y buscar las alternativas necesarias y suficientes para la adopción de medidas de promoción y protección de la salud infantil (higiene de manos, desinfección, etc.)
Estas decisiones deberán basarse en la mejor evidencia científica disponible, y equilibrar los derechos de la infancia con los efectos individuales y sociales de las medidas propuestas.
Bibliografia
1) Esther Crawley , Maria Loades , Gene Feder, Stuart Logan, Sabi Redwood, John Macleod. Wider collateral damage to children in the UK because of the social distancing measures designed to reduce the impact of COVID-19 in adults. BMJ Paediatrics Open 2020;4:e000701. doi:10.1136/bmjpo-2020-000701
2) Instituto de Salud Carlos III. Ministerio de Sanidad. Estudio ENE-COVID19: primera ronda. Estudio Nacional de sero-epidemiología. Informe preliminar 13/05/2020. https://portalcne.isciii.es/enecovid19/documentos/ene_covid19_inf_pre.pdf
3) Luis Rajmil. The role of children in the transmission of the COVID-19 pandemic: a scoping review (en revisión).
4) Jonas F Ludvigsson. Children are unlikely to be the main drivers of the COVID-19 pandemic– a systematic review. Acta Paediatr 2020; https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1111/apa.15371
5) Russell M Viner, Simon J Russell, Helen Croker, Jessica Packer, Joseph Ward, Claire Stansfield, et al. School closure and management practices during coronavirus outbreaks including COVID-19: a rapid systematic review. Lancet Child Adolesc Health 2020; 4: 397–404 https://doi.org/10.1016/S2352-4642(20)30095-X%20397-404
6) Naciones Unidas. Convención sobre los derechos del niño. Naciones Unidas; 1989. https://www.un.org/es/events/childrenday/pdf/derechos.pdf
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