He pensado ir colgando entradas de embarazo, parto, puerperio y pediatría intentando seguir más o menos un orden, por eso empiezo colgando éste, que me surgió tras una apasionante discusión en el curso de doulas sobre lo que significaban ambos términos. Concepción y fecundación son palabras que normalmente los médicos usamos indistintamente, pero me gustó la diferenciación que establecieron en el curso, y por eso deseo compartirla con vosotros.
La concepción se define como un proceso durante el cual la pareja ( o la persona que desea ser padre o madre) empieza a imaginar a ese bebé que desean, a ese niño, a esa niña, que serán sus hijos. Debería preceder a la fecundación, proceso más biológico en el que el óvulo escoge a un espermatozoide y juntos inician la aventura del nuevo ser.
El proceso de concepción es común a toda persona que desea ser madre o padre, tiene que ver con un deseo espiritual de perpetuar algo nuestro, de acoger a un “otro” que nos va a cambiar la vida, de cuidar y de procrear. Tiene que ver con el amor incondicional. Es un proceso que viven tanto los padres y madres adoptivos como los biológicos, ¡quizá lo viven más intensamente los adoptivos, por lo mucho que a veces tienen que esperar! Pero como decía antes, lo ideal sería que fuera un proceso previo a la fecundación biológica.
Quizá os parece una “idea poética” lo que he escrito antes de que el óvulo escoge al espermatozoide, pero las últimas investigaciones así lo confirman.
Durante siglos, la biología se explicó desde el punto de vista del patriarcado. En la época medieval se hablaba de la semilla del hombre, un “homúnculo” que el hombre “plantaba” en el útero de la mujer, que servía como mero receptáculo. Hicieron falta siglos para que nos acercáramos a la verdad, el óvulo, la célula germinal femenina, la célula más grande del cuerpo humano, y el espermatozoide, célula germinal masculina, eran los que formaban la primera célula del nuevo ser. Pero incluso entonces la interpretación de los hechos se hacía a través de prismas patriarcales: El óvulo era una célula pasiva (como buena «mujer») que “esperaba” a que llegara el espermatozoide más rápido. El viaje de los espermatozoides a través del útero y hasta la trompa de Falopio en que “esperaba” el óvulo se describía como una carrera de obstáculos en la que sólo “ganaba” el mejor.
Pues parece ser que no son así las cosas. El viaje de los espermatozoides se parece más a la actuación de un pelotón en el ciclismo, dándose el relevo unos a otros, y llegando casi todos los que llegan, a la vez. Así se explican las imágenes de miríadas de espermatozoides rodeando al óvulo. Por supuesto el óvulo no está pasivo, les va dando «pistas» químicas a los espermatozoides de dónde está. Las contracciones uterinas durante el orgasmo femenino también ayudan al espermatozoide a llegar hasta el óvulo.
De todos los espermatozoides que llegan, el óvulo sólo se abre para uno de ellos, y aún no sabemos muy bien por qué lo hace. Cuando llegan, los espermatozoides empiezan a “besar” químicamente al óvulo, que decide abrirse sólo ante uno de esos besos. Puede sonar muy poético… pero las últimas investigaciones nos hacen pensar que realmente eso es lo que pasa. ¿No os parece algo precioso? La fecundación empieza con un viaje de cooperación entre espermatozoides que se ayudan entre sí para crear una nueva vida, y termina en un óvulo que se abre a la Vida con un beso… Y cuando se fusionan los núcleos de ambos, comienza la época de los milagros.
2 comentarios en “Empezando por el principio: Concepción y fecundación”
una bonita mirada, expresiva, de nacimiento de la humanidad, pero me pregunto ¿lo sabían nuestras(os) antepasados en q momento cambia a la denigración humana en la q actualmente vivimos?
Bueno, con respecto a lo que sabían nuestros antepasados, puedo contarte que hay muchísimas tribus con rituales específicos para concebir, ayunos, rezos, entre los indígenas americanos hay una costumbre preciosa, cuando la mujer se siente preparada para tener un hijo, susurra una palabra al oído de su esposo, y los dos se van juntos a hacer un ritual de purificación y a "soñar" al hijo que viene, antes de la fecundación. ¿Cuándo cambió? Supongo que cuando se metieron en medio tabúes sexuales patriarcales, que empezaron a considerar la relación coital e incluso el contacto placentero como algo sucio y malvado… ¡Qué triste, ¿verdad?!!