Recuerdo aquel día. Habíamos quedado, como en tantas ocasiones, a tomar algo y charlar. Nos conocíamos desde hacía tanto tiempo, que a menudo no hacía falta hablar, nos entendíamos sólo con mirarnos. Ese día lo noté más preocupado que habitualmente, nervioso, con mirada huidiza…
«Tengo que contarte algo, me he enamorado»
Sonreí y asentí, eso no era nuevo, había algo más, le animé a continuar.
«… Y es un hombre»
Seguí sonriendo. No voy a decir que no me sorprendió, pero él seguía siendo el mismo, la misma persona a la que quería con toda mi alma, mi amigo. Sólo le hice una pregunta:
«¿Eres feliz?» «Sí» «¡¡Pues entonces tendrás que presentármelo!!»
Recuerdo aquel año como el año «de armarios limpios». Después de él, dos amigas que compartían piso me reconocieron que compartían algo más, y una cascada de «salidas del armario» se derramó por nuestra pandilla.
Siempre pienso qué más podría haber hecho yo para que esa salida del armario hubiera sido más temprana, para aliviar los sufrimientos de unos y otras, para que se sintieran, en fin, seguros para contármelo.
Por eso escribo este texto hoy, día del Orgullo LGTBI. Para dar ese espacio, para que nadie más vuelva a pensar que yo no voy a comprender su lucha, su sufrimiento, su reivindicación.
Porque me repugna que haya personas que sigan considerando el amor diferente una enfermedad, que sigan queriendo «curar» a personas simplemente por no seguir la norma que ell@s consideran adecuada.
Porque me hastían los mensajes simplistas tipo Hazte Oir: «Si tienes una vagina eres mujer, si tienes un pene eres un hombre». Incluso apelando, como hacen ellos, a la «Madre Naturaleza», señor@s de Hazte Oir, no tienen ni puñetera idea de biología, ni de desarrollo de los genitales: ¿Cómo llaman a los intersexuales, esos seres a los que la Madre Naturaleza ha decidido dotar de genitales ambigüos?
Ah, no, no los llaman, les operan (a estos sí) para ponerles el sexo que a ustedes les parece más adecuado, y si se sienten de otra manera, que se repriman, que se castren, que se sometan a las «terapias» (eso sí que son «pseudoterapias» y tendrían que estar perseguidas por la ley) y se «curen» de su «desviación».
Porque hoy, y todos los días, me siento orgullosa de un país que llama a la unión entre dos personas que se quieren MATRIMONIO, independientemente del sexo que tengan esas dos personas.
Porque hoy, y todos los días, me siento orgullosa de tener buenos amigos gays, lesbianas, bisexuales, trans… sólo siento que algún@s aún sientan que tienen que seguir en el armario para sus familias o en sus trabajos.
Porque hoy, y todos los días, siento que tenemos que ir reivindicando juntxs, con el colectivo LGTBI+, porque al fin y al cabo lo que ellxs quieren, lo que todxs queremos, es vivir en paz y en armonía con quienes realmente somos.
¡FELIZ DÍA DEL ORGULLO!