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2025, reflexiones cinco años después de la pandemia.

En unos días participaré en un Seminario de Innovación en Atención Primaria en el que repasaremos lo aprendido (o no) tras cinco años de la pandemia. Hay ponencias interesantísimas y voy a ir compartiendo lo que los compañeros me permitan, porque creo que hay informaciones que se deben sacar a la luz… Veo entrevistas y libros de las personas que estaban «al mando» en aquellos días aciagos del 2020, y sólo escucho triunfalismo o como mucho un «no se podía saber»… pero había muchas cosas que se sabían y se ocultaron, cosas que se fueron sabiendo poco a poco y que podrían haber provocado un cambio en las restricciones, y no lo hicieron, y todo eso es lo que estamos repasando en este mes de debate virtual en el que me he enriquecido con las visiones de compañeros desde áreas muy diversas.

Con respecto a las vacunas COVID, la narrativa sigue siendo la misma en medios de comunicación e institucionales: Las vacunas son eficaces y seguras… Aunque una y otra vez la realidad se empeñe en demostrarnos lo contrario. Quiero compartir aquí el escrito para el debate que preparó Juan Erviti, sus reflexiones están tomadas del documento “Beyond blame: Dissecting the systemic Roots of Societal Disease exposed by the Covid Era” de Tim Kelly. Espero que os ayuden a comprender un poco más lo que ocurrió y cómo pudo ocurrir. A mí la verdad es que me han ayudado mucho.

«Durante la reciente pandemia por SARS-CoV-2 se produjeron muchas situaciones
anómalas en relación al mundo de los medicamentos y vacunas, como es el hecho de
un desarrollo meteórico de las vacunas ARNm. Además, su aprobación en el mercado
requirió la suspensión previa de parte de la normativa de regulación de estos
productos, para poder dar legalidad a una actuación irregular.

El profesor Joan Ramón Laporte ha descrito muy acertadamente los aspectos
fundamentales que conciernen a estas irregularidades. En esta presentación, el
objetivo es partir de lo ocurrido en relación con la regulación y evidencia científica de
medicamentos y vacunas para reflexionar de forma más general sobre qué ha fallado
en nuestra sociedad y explorar posibles soluciones para el futuro. Para ello, me voy a
basar en un artículo de Tim Kelly, cofundador del “The Hope Accord” titulado “Beyond
blame: Dissecting the systemic Roots of Societal Disease exposed by the Covid Era”.

 

Parte I. Observando el naufragio.
La pandemia covid-19 nos ha llevado al colapso del pensamiento crítico, la ética y la
toma de decisiones en base a la razón. Se aceptaron ampliamente las medidas
extremas como el confinamiento, distintas imposiciones y el desarrollo rápido de
terapias novedosas. Además, vivimos un contraste abismal entre las narrativas de los
medios de comunicación principales y la realidad. Un gran peligro es caer en la
tentación de explicaciones simplistas, como que lo ocurrido obedece a la codicia de las
grandes compañías. Es necesario ir más allá para entender lo ocurrido.

Daños tangibles.
Varios trillones de dólares han pasado de los más pobres a los más ricos y la deuda de
los Estados ha aumentado en cientos de miles de millones de dólares. Las medidas
adoptadas han llevado al colapso económico, peor educación, crisis de salud mental,
aumento de adicciones, reducción de fertilidad, aumento de la obesidad, y exceso de
morbilidad y mortalidad. Según los datos del Ministerio de Sanidad de España, el
número de ingresos hospitalarios anuales en nuestro país, debidos a nuevos
diagnósticos o complicaciones de diagnósticos ya establecidos, se situaba
establemente en algo menos de 50 millones entre 2018 y 2020. A partir de 2021, los
ingresos crecieron notablemente hasta alcanzar los 69 millones en 2023, es decir, unos
20 millones de ingresos anuales más de lo esperado.
Surgimiento de un paradigma de pensamiento inverso
Los relatos se convierten en verdades; la verdad se etiqueta como desinformación o
falsedad y las recomendaciones de los gobiernos a menudo se contradicen con lo
verdaderamente beneficioso. Además, se promueven narrativas excesivamente
simples que promueven el pensamiento dicotómico y se evitan los matices y el detalle.

1.- La falsa dicotomía de lo “seguro y eficaz”
No existe ninguna intervención “segura y eficaz”. El riesgo-beneficio de las
intervenciones siempre será diferente para distintos grupos de población. En la época
de la “medicina personalizada”, curiosamente se pretendió administrar intervenciones
al 100% de la población, es decir, aplicar una “medicina despersonalizada”.
Falta de evaluación de los daños a largo plazo
Las “vacunas” ARNm transportan hebras de ARNm modificado por todo el organismo,
llevando a una expresión incontrolada de proteínas exógenas en órganos vitales. Sus
potenciales efectos dañinos no han sido adecuadamente evaluados, especialmente a
largo plazo.

Aun así, se están ensayando “vacunas” ARNm autorreplicantes que
facilitarán dosis de ARNm superiores y difícilmente controlables…

Parte II. Examinando las causas

Vulnerabilidades estructurales clave

1. Hiperespecialización.
La hiperespecialización en el campo de la medicina dificulta la visión para percibir si el
sistema sanitario favorece la consecución de objetivos de salud y bienestar. Además,
posibilita desentenderse de asuntos con implicaciones éticas (“esto es un tema de
Salud Pública, de la Gerencia…”), una ceguera voluntaria a través de la “separación de
intereses”.
El miedo a las repercusiones profesionales y económicas favorece la “ceguera
voluntaria” y la resistencia a cuestionar el orden establecido, aun cuando se percibe
como dañino. Ello ayudó al silenciamiento de los que disienten con posturas oficiales.

2. Centralización
La sociedad experimenta una captura por parte de las grandes corporaciones y los
reguladores, controlado mediante “puertas giratorias”. Esto lleva a priorizar los
intereses económicos sobre la salud de la población. Los grandes financiadores (NIH,
UE, Industria), definen los intereses de investigación y la práctica clínica de
instituciones teóricamente independientes. Esto es una forma de centralización.
Además, los Fondos de Inversión controlan los medios de comunicación y ciertos
organismos nacionales y supranacionales imponen sus políticas (OMS) y se pretende
seguir avanzando en la centralización del poder ejecutivo (ej: futura Agencia Española
de Salud Pública).

 

3. Patrones cognitivos que facilitan el fallo del sistema
El “ego”, la reputación, mentalidad grupal, corporativismo, el deseo de estabilidad,
influyen en cómo procesamos la información. Pueden consolidar creencias incluso
contrarias a la evidencia. Producen disonancia cognitiva. Otros patrones importantes
son la “ceguera voluntaria”, el descargo de la responsabilidad ética en otros
profesionales. También influye el “cocinado” de las estadísticas a la hora de presentar
los resultados de los estudios. Por ejemplo, la presentación de datos de riesgo relativo
y no absoluto magnifica el valor real de la intervención y facilita que nos aferremos a
esa información para reforzar nuestra idea de aplicar una intervención.

4. Factores culturales e institucionales

Se han identificado decisiones en salud con ideologías políticas de derechas o
izquierdas. Esto es una trampa que impide el pensamiento crítico y el disenso
necesario. Por otro lado, se promueve una perspectiva Malthusiana que defiende
planteamientos catastrofistas ante el crecimiento de la población mundial, escasez de
recursos, etc. Enfatiza la amenaza de colapso social y alerta de futuras pandemias, lo
que hizo que las medidas drásticas fueran más aceptables.
Por otro lado, la sociedad está experimentando el “cientificismo”: la ciencia ha suplido
a la religión, pero ha heredado un carácter “dogmático” propio de la religión mal
entendida. La ciencia se ha vuelto anticientífica. También se sobreestima la Medicina
Basada en la Evidencia, ya que muchos estudios responden a preguntas de interés para
las compañías pero no para los ciudadanos o pacientes, quedando muchos aspectos
por estudiar, como el papel de intervenciones no farmacológicas, por ejemplo, o los
efectos de fármacos y vacunas a largo plazo.
Vivimos en una sociedad obsesionada por la seguridad, lo que nos lleva a una sociedad
frágil, a la pérdida del sentido crítico y a no cuestionar medidas abusivas.
Paradógicamente, ello nos conduce a una sociedad menos segura debido a nuestra
incapacidad de evaluar y gestionar las amenazas de forma racional. Sin riesgos, no hay
vida. Vivir implica asumir riesgos.
Los mensajes excesivamente simplistas (“hay que aplanar la curva”, “las vacunas son
seguras y eficaces”, etc.), erosionan el pensamiento crítico y llevan a la hipnosis
colectiva. Las frases como “quédese en casa”, “tenemos que proteger al SNS”,
“salvemos vidas”, son mensajes del gobierno que promueven la aceptación pasiva de
la autoridad y refuerzan una visión simplista de retos más complejos.
Las redes sociales y verificadores han amplificado los sesgos en la información y ponen
en riesgo la libertad de expresión mediante la censura. Elimina el disenso, fomenta el
pensamiento de grupo.
También hemos vivido un exceso de confianza en los modelos matemáticos, que son
fácilmente manipulables y muy limitados. Necesitan que incluyamos variables y datos

subjetivos que pueden inducir a grandes errores. Muchas de sus predicciones no se
cumplieron.

5. Dinámicas del Sistema y retroalimentación

En la sociedad se dieron dinámicas de retroalimentación positiva, lo que constituyó
una de las causas principales de los daños ocurridos. Por ejemplo, los mensajes que
infunden miedo pueden crear una demanda de medidas más estrictas todavía, incluso
perpetuar un ciclo de miedo y control social.

Parte III. Explorando soluciones

Abordaje de los daños inmediatos
Se hace necesario adoptar una serie de medidas de forma inmediata:
– vuelta a la medicina basada en la evidencia, la prohibición de confinamientos y
de las medidas dañinas e ineficaces.
– Suspensión de los productos obtenidos mediante tecnología ARNm mientras no
se demuestre adecuadamente su seguridad.
– Investigación de los daños ocasionados por las terapias experimentales para el
covid y apoyo a los afectados
– Restablecimiento del consentimiento informado y de la ética médica,
incluyendo la comunicación transparente de resultados en términos absolutos
(no solo RR).
– Protección del discurso científico abierto y del debate, así como acabar con la
censura de los profesionales sanitarios

Abordaje de las causas raíz
Reforma estructural
La compartimentalización de la medicina es peligrosa. Se requiere una transformación
de la formación profesional y la práctica clínica. Ej: grados dobles de Medicina con
Salud Pública o Análisis de Sistemas; “sabáticos” para ampliar horizontes
profesionales; protección de algunos puestos de trabajo…
Al mismo tiempo, se requiere una reforma de las agencias reguladoras. Deberían ser
independientes de la industria farmacéutica y se debe acabar con las “puertas
giratorias”. La industria ha secuestrado la práctica médica: financia la investigación, la
“formación”, los congresos médicos, las guías de práctica clínica; Sociedades
Científicas, apoya a autores fantasma de los artículos; publica resultados de forma
selectiva. Todo ello debe repensarse. También hay algunas luces como boletines de
información independientes, grupo CASPe, etc.

Es deseable el desmantelamiento de las estructuras que permiten el “control de la
narrativa” como los mal llamados “verificadores”. Debemos potenciar las tomas de
decisión a nivel local (coordinadamente) y evitar la centralización. También, fomentar
debates abiertos (no encuentros a puerta cerrada) y la justificación transparente de las
recomendaciones.

Transformación cultural
Debería cambiar nuestro enfoque de la investigación y práctica clínica. Se debería
financiar el re-análisis de estudios clave, mejorar la detección de los daños de las
intervenciones, reconocer las limitaciones de los ensayos y poner mayor énfasis en la
dieta, ejercicio, higiene del sueño, reducción del estrés, etc.
La formación médica debería despertar la conciencia sobre la influencia de la industria
y abordar una formación estadística más sólida. También se hace necesario una
reforma de las sociedades científicas (excesivamente corporativistas y poco científicas)
y de las organizaciones colegiales.
En definitiva, se requiere una recuperación de la ciencia y el método científico para
responder a preguntas libremente planteadas, evitar el cientificismo y la obsesión por
la seguridad, para asumir la incertidumbre y plantear respuestas proporcionadas a los
riesgos.

Romper con las dinámicas dañinas

Es fundamental hacer un análisis de los elementos que retroalimentaron y
amplificaron los daños experimentados en la pandemia para crear mecanismos
inhibitorios. Uno de ellos es integrar “red teams”, equipos que cuestionen en esencia
las medidas que se toman. Además, debería haber equipos independientes que
analicen y cuestionen las asunciones, metodologías, y cualquier dinámica que influya
en la toma de decisiones. Todo ello presupone cultivar el pensamiento crítico, la
humildad intelectual y la voluntad de cuestionar las narrativas establecidas.

Ejemplo de equipo independiente
El Congreso de EEUU ordenó la creación de un subcomité independiente para evaluar
las medidas tomadas durante la pandemia (Select Subcommittee on the coronavirus
pandemic). Sus principales conclusiones (publicadas el 02/12/2024) fueron las
siguientes:
El origen más probable del virus Covid-19 fue una fuga del laboratorio de Wuhan. Fue
un experimento de ganancia de función financiado por EE.UU.
La obligatoriedad del uso de mascarillas no provenía de una evidencia científica
concluyente para la prevención de la enfermedad. El cierre de escuelas y pequeñas
empresas medida arbitraria tampoco basaba en la ciencia.
Los confinamientos causaron un daño inconmensurable a la economía y a la salud
mental y física de los ciudadanos, especialmente a jóvenes y niñas adolescentes.

Las vacunas del Covid-19 no detuvieron la transmisión del virus y su aprobación fue
arbitraria, a pesar de la advertencia de los científicos sobre los posibles eventos
adversos. Fue una decisión política, no sanitaria, por lo que su obligatoriedad (y el
pasaporte sanitario) no estaba respaldada por la ciencia, causando más mal que bien.
No se informó adecuadamente sobre los riesgos y se deterioró la confianza pública en
la seguridad de las vacunas. Obligar a ciudadanos sanos aniquiló las libertades
individuales y no tuvo en cuenta la libertad médica. Además, la Administración Pública
no está siendo eficiente, justa ni transparente con las reclamaciones por las lesiones.
Se planteó que la vacuna experimental era la única solución, se ignoró el papel de la
inmunidad natural y se menospreció la utilidad de otros fármacos eficaces ante la
enfermedad.
Se ejerció la censura de la información no oficial. Los funcionarios de salud pública a
menudo desinformaron a través de mensajes conflictivos, reacciones viscerales o
demonizaciones. La Administración Pública empleó métodos antidemocráticos y
probablemente inconstitucionales, incluso presionó a las compañías de redes sociales
para censurar contenidos.
Ha habido falta de eficacia y transparencia en el uso del dinero de los contribuyentes y
de los programas de ayuda creados para abordar la pandemia de coronavirus,
habiéndose cometido corrupción, estafas y abuso de forma generalizada.

La respuesta de la OMS a la pandemia de Covid-19 fue un «fracaso rotundo», y con su
prospectivo y vinculante Tratado de Pandemias puede dañar la soberanía de EE.UU.
En un punto del informe afirman que las vacunas fueron eficaces en la reducción de
hospitalizaciones y mortalidad. Sin embargo, esta afirmación no la justifican. Los
ensayos clínicos pivotales de las vacunas apuntan en sentido contrario. Este es un
aspecto que requiere una evaluación independiente y sólida metodológicamente.

BIBLIOGRAFÍA:
Tim Kelly. Beyond Blame: Dissecting the Systemic Roots of Societal Disease exposed by
the Covid Era. The Hope Accord, https://thehopeaccord.org/beyondblame/
Select Subcommittee on the coronavirus pandemic

https://oversight.house.gov/release/final-report-covid-select-concludes-2-year-
investigation-issues-500-page-final-report-on-lessons-learned-and-the-path-forward/

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