He encontrado un artículo, en la web http://www.placentera.com, en el que se cuenta que El colegio norteamericano de obstetras y ginecólogos ha publicado su redefinición de lo que consideran un embarazo a término, con el objetivo de disminuir los nacimientos médicamente inducidos antes de las 39 semanas.
La nueva definición establece que el grupo entre 37 y 39 semanas son embarazos a término temprano. Es decir no se asume automáticamente que cuando el bebé llega a las 37 semanas está listo para salir y se establece que 37 y 38 semanas de gestación no es el momento ideal para nacer. Generalmente se había concebido que los bebés nacidos entre 37-41 semanas eran de bajo riesgo, sin embargo en este estudio los bebés que nacían en el grupo de 37-38 semanas de gestación (vs el grupo de 39-41 semanas) eran más propensos a: hipoglicemia (4,9% vs 2,5%), admisión al servicio de neonatología (8.8% vs 5.3%), necesidad de asistencia respiratoria (2,0% vs 1,1%), necesidad de fluidos intravenosos (7,5% vs 4,4%), tratamiento con antibióticos por vía intravenosa (2,6% vs 1,6%), y la ventilación mecánica o intubación (0,6% vs 0,1%).
Con frecuencia ya para las últimas semanas de embarazo mamá puede sentirse cansada, pesada, con dificultad para respirar. Estas sensaciones, unidas a la ilusión de finalmente conocer a su bebé, pueden llevarla a estar de acuerdo con el doctor o de inclusive sugerirle que se agende la inducción o la cesárea una vez que se ha pasado el umbral de las 37 semanas. Es importante que las madres conozcan que durante estas ultimas semanas los órganos del bebé continuan desarrollándose, especialmente sus pulmones, por lo que el tiempo completo en el ‘horno’ puede beneficiarle, no solo al momento de nacer sino también en su vida futura.

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