Hace días que reflexiono sobre qué os puedo aportar en este tiempo de incertidumbre. Días que me paso mucho tiempo al teléfono tranquilizando a un@s y acompañando a otr@s… Y hay algo que se repite. La necesidad de contacto, de afecto, aunque sea telefónico. Y es que es lo que nos hace humanos. Hace unos días, leía este texto en una de las cartas de Ibone Olza (todas super recomendables, aquí su blog: https://iboneolza.org/)
“Hace años, un estudiante le preguntó a la antropóloga Margaret Mead cuál consideraba ella que era el primer signo de civilización en una cultura. El estudiante esperaba que Mead hablara de anzuelos, ollas de barro o piedras de moler. Mead dijo que el primer signo de civilización en una cultura antigua era un fémur que se había roto y luego sanado. Mead explicó que, en el reino animal, si te rompes una pierna, mueres. No puedes huir del peligro, ir al río a tomar algo o buscar comida. Eres carne de bestias que merodean. Ningún animal sobrevive a una pierna rota el tiempo suficiente para que el hueso sane.
Un fémur roto que se ha curado es evidencia de que alguien se ha tomado el tiempo para quedarse con el que se cayó, ha vendado la herida, le ha llevado a un lugar seguro y le ha ayudado a recuperarse. Mead dijo que ayudar a alguien más en las dificultades es el punto donde comienza la civilización«.
Y efectivamente, siento que es sobre ésto sobre lo que tengo que hablar.
Es necesario que recordemos que la mejor manera de pasar por esto es, precisamente, acompañando, ayudando, conversando, cuidando… Cuidándonos a nosotr@s mismos y cuidando de aquell@s que son más vulnerables que nosotros.
Y, ¿cómo lo hacemos desde casa? Pues estando disponibles, llamando, hablando desde el corazón y desde el respeto, expresando lo que queremos y necesitamos, practicando el AMOR a través de la comunicación.
Y el verdadero amor es aquel que es incondicional.
Un AMOR que nos hace pensar, cuando vemos a alguien andando por la calle sin bolsas y sin nada, que seguro que tiene sus razones para estar ahí.
Un AMOR que nos hace hablar con respeto incluso a aquellos que no lo tienen con nosotros.
Un AMOR (esta vez por nosotr@s mism@s) que también nos ayuda a poner los límites cuando la otra persona no los respeta.
Leo artículos en los que personas que van por la calle son increpadas desde el balcón: Padres y madres con criaturas autistas o con necesidades especiales que NECESITAN salir a la calle,médicas y médicos que, tras horas de trabajo ímprobo, se relajan volviendo a casa caminando, transportistas que van en bici a su trabajo como hacen desde hace tiempo… Se me ocurre que podemos pensar bien. Que cuando nos asomemos al balcón y veamos a una persona, podemos saludarle amablemente, incluso si tenemos mucho interés preguntarle qué hace… Igual su respuesta nos sorprende.
Comprendo que el encierro nos crispa, que el ver a alguien que está haciendo algo que a nosotros nos gustaría hacer, nos enfada… pero es fundamental mantener la calma, el respeto y la educación.
Yo, que tengo patio, pienso a menudo en qué haría con mi hijo de cuatro años si no lo tuviera. ¿Seguro que no intentaría hacer un poco de trampa para que al menos viera un poquito el sol?… No puedo estar segura, pero estoy segura de comprender a esos padres y madres que hacen esas trampas… Y ni se me ocurriría denunciarlos a la policía.
Se me ocurre que podemos llamar a las personas que queremos. Simplemente para decirles que les queremos… SIMPLEMENTE… ¿O no es tan simple? Quizá no lo es, pero os aseguro que es LIBERADOR. Y sé de lo que hablo porque he acompañado a muchas personas en sus últimos momentos… y casi todos se arrepentían de lo mismo, de todos los «te quiero» que, por vergüenza, por miedo, por… mil cosas, no habían dicho.
Se me ocurre que podemos escribir a las personas aisladas en los hospitales, hay varias iniciativas, aquí os dejo un artículo con los correos electrónicos: https://www.elindependiente.com/vida-sana/salud/2020/03/18/querido-enfermo-anonimo-la-iniciativa-viral-contra-el-aislamiento-de-los-hospitalizados-por-coronavirus/
Se me ocurre que podemos hablar con nuestras hijas e hijos de una forma diferente, aprender a comunicarnos con ellos y ellas desde el respeto y la empatía, ahora que pasamos tanto tiempo con esas pequeñas personitas que son nuestra razón de vivir. ¡Y a veces no es nada fácil!! Pero aquí os dejo unos vídeos de Tamara Chubarovsky que os pueden dar pistas de cómo hacerlo… A mí con mi hijo Miguel estas pautas me suelen funcionar…
Y poco más os digo, que mucho ánimo con la situación, que mucho amor y humor para sobrellevarla, y que aquí me seguís teniendo para hablar, consultar….¡¡¡ o protestar, lo que necesitéis!!
Vídeos:
Significarse… y van… Por qué NO recomiendo las vacunas de la gripe y la COVID
Empieza el otoño, y empieza la campaña mentirosa de vacunación del Ministerio de Sanidad. Sí, les llamo mentirosos con todas las letras, porque basan la