Hoy no me apetece hablar del monotema. Voy a contaros algunas cosas que he aprendido desde que soy madre… Supongo que «intelectualmente» las sabía de antes, pero no es lo mismo saberse la teoría que ahondar en la práctica. Me apetece contaros un poco porque todas las mamás con las que he tenido contacto (y son unas cuantas), tanto desde mi trabajo como por amistad, me habéis aportado tanto y he aprendido tanto, que de alguna manera querría corresponder. Ahí va.
He aprendido que el amor de madre «nace y se hace», que hay madres que se enamoran de su criatura en cuanto ven las dos rayitas del test de embarazo… y otras a las que les cuesta más. Yo cada día me enamoro. Cuando se despierta con su sonrisita pilla y me intenta hacer creer que aún está dormido. Cuando ha hecho alguna trastada y se acerca a darme un beso (los vende caros, sabe que me desarman por completo). Cuando le grito y se le llenan los ojos de lágrimas (lo hago lo menos posible… pero lo hago).
He aprendido que las criaturas no quieren madres «perfectas»… Quieren a SU MAMÁ. Y su mamá es aquella que ESTÁ con ellos y ellas. Punto, no hay más. La biología es importante, qué duda cabe. El haber llevado a una criatura dentro es una de las experiencias más hermosas, estresantes, maravillosas, aterradoras, serenas y agobiantes que he vivido… Y cada una de esas palabras han sido ciertas en su totalidad cada día de mi embarazo. Pero si hubiera adoptado a Miguel, probablemente habría acabado queriéndolo tal y como lo quiero ahora. Porque el AMOR es lo que hace a una MADRE, no el útero… Así lo siento y lo he sentido siempre, y desde que tengo a mi hijo lo tengo aún más claro.
He aprendido que las madres nos necesitamos. Necesitamos que otras madres nos expliquen cómo usar el fular. Necesitamos que otras madres nos digan que lo estamos haciendo bien. Necesitamos que otras madres lloren con nosotras cuando no podemos más. Necesitamos que otras madres nos abracen cuando ya no sabemos qué hacer. Necesitamos HABLAR, HABLAR, HABLAR, horas y horas con otras madres. Necesitamos madres que no piensen como nosotras para ver que hay muchas maneras de hacer las cosas. Las madres, en fin, necesitamos otras madres para ser cada día la madre que deseamos ser para nuestras criaturas.
He aprendido que mi verdad es sólo mía. Que mi manera de criar es sólo mía. Que tengo derecho a equivocarme… y a acertar…. pero nunca, nunca tengo derecho a decirle a otra madre lo que tiene que hacer, o cómo tiene que hacerlo.
He aprendido que… sigo aprendiendo. Cada día, todos los días… Y doy cada día gracias por esta tremenda bendición que es poder ser MADRE.
Gracias, MADRES, a todas y cada una de las que estáis o habéis estado en mi vida. A todas y cada una de las que he aprendido. Especialmente a las madres de Mamá Importa, que cada día desnudan su corazón y me enseñan maneras distintas y hermosas de ser madre. Y con un cariño que ella sabe, pero que nunca está de más recordar, a mi Leti: Mi COMADRE, en el mejor sentido de la palabra.
Y, por supuesto, gracias, mamá, la primera de la que aprendí. Te quiero un montón, y espero que pronto pueda volver a abrazarte, hasta entonces, el mayor de mis abrazos virtuales.
Para mí, ésta es una de las definiciones del amor más bonita que conozco… Como yo siempre digo, el amor verdadero surge de amarse a sí mismo, y desde ese amor sin límites a unx mismx, sólo desde ahí, se puede amar a otra criatura humana… Espero que os guste tanto como a mí: