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Porteando…

Hace un tiempito, mi querida Alba, de Portéame, me invitó a uno de los talleres básicos de porteo que realiza en Más Natural, y le prometí un artículo en el blog. Me encantó el taller, y una de las cosas que más me gustó fue el repaso «histórico» del porteo. El porteo no es una «moda moderna»: ES LA FORMA EN LA QUE LOS BEBÉS HUMANOS ESPERAN SER TRANSPORTADOS. Porque hasta hace más o menos un siglo no había carritos. Porque en la mayor parte del globo los bebés y los niños continúan siendo porteados, como lo han sido en los últimos millones de años, desde que nuestra especie surgió sobre la tierra.
¿Y qué pasó cuando surgimos como especie? Al ponernos de pie, nuestra pélvis se estrechó, y al empezar a utilizar herramientas, nuestro cerebro creció, y con él nuestra cabeza. Al encontrarse con una cabeza grande que tenía que salir por una pélvis más estrecha, la Naturaleza optó porque nuestras crías nacieran «a medio hacer», inmaduras y desvalidas,  más o menos lo que les pasa a las crías de los marsupiales (canguros, koalas…)… lo que pasa es que nosotros no teníamos la bolsa incorporada como ellos, así que nuestros antepasados tuvieron que recurrir al ingenio… y así aparecieron los primeros portabebés.

Se calcula que desde que el bebé nace hasta que el niño empieza a caminar (entre los 9 y los 13 meses), las necesidades del niño no difieren mucho de las que tenía en el útero. Es lo que algunos expertos denominan periódo de exterogestación. Así, durante este período, el niño necesita contacto prácticamente constante, movimiento casi constante (de ahí el «sindrome de la cuna de pinchos», el bebé comienza a llorar desconsolado en cuanto nos dejamos de mover o pretendemos dejarlo en la cuna), y alimento también casi constante. Cuando el bebé es porteado, se responde a todas estas necesidades de una manera sencilla y coherente con lo que su cerebro espera y necesita. Históricamente, la separación de los cuerpos de la madre y el bebé, y la supuesta «bondad» de dicha separación, comienzan a aconsejarse y proclamarse más o menos en la época victoriana (finales del siglo XIX). Poco a poco, se introduce la falacia de que el niño necesita ser separado de su madre para hacerse «independiente», aparecen los primeros carritos de bebé (el primero del que se tiene noticia histórica aparece sobre el año 1733, y la primera empresa dedicada a la producción en masa de carritos surge en el año 1830), más información aquí.

Por tanto, el porteo, como decíamos al principio, no es una «moda hippie», es la respuesta adaptativa a una necesidad de nuestros bebés desde que surgimos como especie. Así, el niño espera estar en el regazo de su madre, de su padre, de su abuela… Y cuando no lo está, se desorganiza, llora, y finalmente, si ese llanto no es atendido, se desconecta y se duerme… Un sueño intranquilo y poco reparador, como han demostrado los estudios de Nils Bergman, y como demuestra cada día la neurociencia. Estamos hechos para el contacto estrecho con nuestros hijos, y ese contacto regula tanto al bebé como a la madre.

Aprender a portear y a usar los portabebés es sencillo, Alba explica de una manera muy amena y sencilla los nudos más básicos, y durante el taller puedes practicar con fulares tejidos, elásticos y bandoleras. Afortunadamente cada vez hay más personas que conocen el porteo, que se interesan, que aprenden y enseñan a otros. Podéis consultar muchas páginas web, os dejo los enlaces a algunas de mis favoritas: Red Canguro, Siriñadas, Monetes…  Y también un enlace al canal de youtube de Alba, con videos en los que podéis consultar los nudos básicos y mucho más, ¡espero que os sea útil!

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