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El confinamiento. ¿Realmente no había otra manera?

Siguiendo con lo visto en el SIAP de Torremocha, os comparto con permiso de su autor el resumen realizado por Lorenzo Gallego Borghini sobre confinamiento y ética. Nos han convencido, y en los medios de comunicación parece que hay un pensamiento único, de que la única manera de enfrentarse a la pandemia era el confinamiento. Se han olvidado que hubo países que no aplicaron dicho confinamiento (como Suecia), SINO QUE APLICARON LAS RECOMENDACIONES DE LA OMS PARA PANDEMIAS POR VIRUS RESPIRATORIOS. ¿Había semejante cosa? Sí, las había, y en el artículo podéis acceder a las mismas. En ellas podéis ver cómo el confinamiento en ningún momento es una propuesta, primero porque no hay evidencia científica de que sea eficaz, y segundo porque se prima la defensa de los derechos humanos. Ésta fue la apuesta de Suecia, y lo cierto es que tuvo menos muertos en proporción que España o Italia, por hablar de países con confinamientos estrictos. En la mayoría de los países se aplicaron confinamientos más leves que los de España o Italia, permitiéndose salir a pasear o a hacer deporte. En prácticamente ningún país se impidió salir a los niños y niñas. Sólo en España se permitió salir a los perros y no a los niños y niñas. Se pudo hacer mejor. Se debió hacer mejor.

La ética en tiempos de pandemia: el confinamiento
como ejemplo

El gran encierro

Se cumplen cinco años del gran encierro.
En marzo de 2020, el gobierno de España encerró a toda la población en sus casas,
suspendiendo de facto los derechos de libre circulación y reunión, en el modelo de
confinamiento más estricto de Occidente.
España e Italia trataron de copiar el modelo chino de contención de la epidemia. En su
crónica de aquellos días, el entonces ministro de sanidad, Salvador Illa, explica cómo estuvo
en contacto telefónico permanente con Roberto Speranza, su homólogo italiano. Hacía días
que la idea de hacer lo mismo que en Wuhan le daba vueltas en la cabeza; quién sabe si fue,
en realidad, una idea de los dos. En todo caso, a finales de febrero, Illa lo plantea a su
equipo y pide un plan para llevarlo a cabo: «¿Podemos hacer en España lo que están
haciendo los chinos? ¿Podemos confinar a la población?».

El manual de instrucciones
Salvador Illa repite lo mismo que el ministro Speranza: que no había un «manual de uso» y
que nadie sabía qué hacer. Pero la pandemia no era ni inédita ni imprevisible.
No es verdad que no hubiese ningún protocolo. Disponían de los planes de preparación y
respuesta que los países habían elaborado en los últimos dos decenios, a petición de la
Organización Mundial de la Salud, después de la epidemia de SARS. Estos planes contenían
unas instrucciones precisas, con pasos detallados, que teóricamente debían seguir los
gobiernos ante una nueva pandemia de un virus respiratorio.

 

De la lectura de los planes anteriores al 2020 se deprenden varias
conclusiones: la primera, que el confinamiento fue una
innovación.
De hecho, en esos protocolos no se dice en ningún momento que
hubiese que restringir la vida normal en grado extremo con la
pretensión de frenar la epidemia a cualquier precio; en ellos no
aparece jamás la posibilidad de encerrar a toda la población en
sus casas. En los pocos documentos que se menciona algo
parecido a una cuarentena masiva, es para descartarlo como
inhumano o inviable. Encerrar a la población era inconcebible.
Otra idea destacable es que el confinamiento, y en general las
medidas de «distanciamiento social», no tenía respaldo científico que lo avalara.

No era una intervención que estuviese estudiada, porque no se había puesto en práctica nunca. La
decisión de confinar a la población se sustentó en la plausibilidad biológica, al amparo de
previsiones matemáticas que, como se comprobó luego, tenían un gran margen de error.
De hecho, a la larga se ha visto que los países que redujeron los decesos por COVID-19
no fueron los que impusieron los confinamientos más severos.

Una cuestión de principios

¿Estuvo bien encerrar a la gente como se hizo en España?
Que el confinamiento fuese una novedad histórica no es motivo suficiente para rechazarlo.
Así, a fin de hacer un análisis más razonado y determinar si todo aquello fue moralmente
aceptable, podemos recurrir a las herramientas que nos ofrece la bioética, como sus marcos
principialistas. Los bioeticistas, de hecho, llevaban años teorizando estos principios en salud
pública, los cuales tenían correlato práctico en las directrices de la Organización Mundial de
la Salud y en los mencionados planes de contención de pandemias de virus respiratorios,
además de la legislación nacional e internacional.
Estos principios han recibido distintos nombres, según los autores, y se han agrupado de
diferentes maneras. A efectos prácticos yo los agruparé aquí en cuatro categorías: utilidad,
proporcionalidad, equidad y libertad.
 Utilidad
El confinamiento es una medida inédita y su eficacia era desconocida. Al contrario, las
restricciones a la movilidad estaban desaconsejadas por la falta de sustento científico y
quedaban fuera de toda consideración ética por extremas e inhumanas. Copiando el
modelo chino, nuestros gobiernos se dejaron llevar por el pánico y se escudaron en
modelos matemáticos apocalípticos.

 Proporcionalidad
Se aplicó una medida desesperada, sin haber hecho un balance adecuado de beneficios y
riesgos. Además, lo exigible habría sido observar unos principios de proporcionalidad: en
España, se tendrían que haber permitido las salidas para hacer deporte, los paseos al aire
libre, la ampliación de unidades convivenciales entre personas solas o parejas no
convivientes y, en general, los demás mecanismos de alivio que sí existieron en otros
países y que, tal como han admitido los propios gestores de la emergencia, habrían sido
inofensivos.

 Equidad

El confinamiento es una medida discriminatoria, que empujó a la pobreza a personas que
ya pasaban apuros. Se aplicó sin distinción, banalizando las nociones de igualdad: núcleos
rurales o urbanos; viejos o jóvenes; pobres o ricos. Los llamamientos a la solidaridad
enmascaraban la división entre los privilegiados que podía respetar el confinamiento con
todas las comodidades y una clase desfavorecida, recluida en pisos minúsculos y oscuros,
a menudo compartidos, además de los trabajadores «esenciales» expuestos al contagio y
recompensados sólo con aplausos.

 Libertad

La gestión de gobiernos como el español fue netamente vertical, vehiculada en el
lenguaje bélico, el amedrentamiento y la exageración de los riesgos. No hubo diálogo
social ni participación de la población, sino unas órdenes que cumplir so pena de multa,
prisión y escarnio social.
Una medida antiética y, por tanto, inmoral
El análisis principialista permite afirmar que el confinamiento
español no reunió las condiciones mínimas para considerarlo una
medida ética. Es lo mismo que decir que fue inmoral. Así lo piensan
también epidemiólogos como Mark Woolhouse, que asesoró al
gobierno británico en la gestión de la pandemia y que lamenta la
ausencia de la bioética en las decisiones tomadas.
Los resultados epidemiológicos desmontan el dogma que
sostuvieron los gobiernos más intervencionistas con la connivencia
de los «expertos» y del coro mediático, según el cual el gran
encierro salvó cientos de miles de vidas y era la única manera de hacer frente a la epidemia.
Pero el dogma de que no había alternativa es peligroso. Es un desprecio de la rendición de
cuentas ante los ciudadanos; difumina la responsabilidad de haber cometido un abuso de
poder; y da por lícita la suspensión de las libertades civiles ante cualquier amenaza, sin que
esté claro cómo baremar su gravedad.
Si no lo revisamos y lo analizamos con sinceridad y sin triunfalismo, en la próxima pandemia
corremos el riesgo de caer en la misma desmesura, si no en algo muchísimo peor.

2. Referencias bibliográficas
El gran encierro
 Roberto Speranza: Perché guariremo. Dai giorni più duri a una nuova idea di salute.
Milán: Feltrinelli, 2020.
 Salvador Illa: El año de la pandemia. Del estado de alarma al inicio de la vacunación.
Barcelona: Península, 2022.
Los ministros de sanidad de Italia y España durante los primeros meses de la pandemia, Roberto Speranza y
Salvador Illa, han publicado sus respectivas memorias de aquellos días, que nos permiten entrever cómo se
gestaron las decisiones relativas al confinamiento.
El manual de instrucciones
 Ministerio de Sanidad y Consumo (España): Plan nacional de preparación y respuesta
ante una pandemia de gripe. Madrid: 2005. (https://www.sanidad.gob.es/ciudadanos/enfLesiones/enfTransmisibles/docs/PlanGripeEspanol.pdf)
 Departamento de Salud (Reino Unido): UK Influenza Pandemic Preparedness Strategy
2011. (https://assets.publishing.service.gov.uk/media/5a7c4767e5274a2041cf2ee3/dh_131040.pdf)
 Organización Mundial de la Salud: Non-pharmaceutical public health measures for
mitigating the risk and impact of epidemic and pandemic influenza. Ginebra: OMS,
2019. (https://www.who.int/publications/i/item/non-pharmaceutical-public-health-measuresfor-mitigating-the-risk-and-impact-of-epidemic-and-pandemic-influenza)
 Centro de Seguridad Sanitaria de la Universidad Johns Hopkins: Preparedness for a
High-Impact Respiratory Pathogen Pandemic. Universidad Johns Hopkins, Escuela
Bloomberg de Salud Pública: septiembre de 2019. ( https://centerforhealthsecurity.org/sites/default/files/2023-02/190918-gmpbreport-respiratorypathogen.pdf)
Los planes de preparación y respuesta ante pandemias de virus respiratorios no contemplaban la posibilidad
de encerrar a toda la población como medida sanitaria, ni siquiera en las pandemias de la peor gravedad
imaginable, con cientos de miles de muertos en países con poblaciones parecidas a la nuestra.
Aquí se citan dos planes nacionales (el español y el británico) más los elaborados por la Universidad Johns
Hopkins y por la OMS en 2019. La guía de la OMS, por ejemplo, recoge los estudios publicados hasta entonces
y fundamenta sus recomendaciones en un corpus de datos científicos; en ella se afirma que la calidad de los
datos sobre las medidas no farmacológicas es demasiado baja para afirmar que tendrían un efecto sustancial.

 

Una cuestión de principios
 James Childress y cols.: «Public health ethics: mapping the terrain».
Journal of Law Medicine & Ethics (2002). (https://bioethics.jhu.edu/wp-content/uploads/2023/05/Public-Health-Ethics-Mapping-the-Terrain-Childress-2002-The-Journal-of-Law-Medicine-Ethics-Wiley-Online-Library.pdf)
 Ross Upshur: «Principles for the justification of public health intervention».
Canadian Journal of Public Health (2002). https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/11968179/
 Lawrence O. Gostin: «When terrorism threatens. How far are limitations on human
rights justified». Journal of Law, Medicine and Ethics (2003). https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/14968655/

5 Organización Mundial de la Salud: Guidance for Managing Ethical Issues in Infectious
Disease Outbreaks. Ginebra: OMS, 2016.https://www.who.int/publications/i/item/9789241549837

En los primeros tres artículos, de principios de siglo, se proponen marcos principialistas para el análisis ético en
salud pública. El grupo de James Childress, por ejemplo, define unos preceptos morales que deben cumplirse
en las intervenciones sanitarias: prevenir o eliminar un daño; equilibrar al máximo el beneficio respecto del
perjuicio; distribuir el beneficio y las cargas de forma equitativa; garantizar la participación del público;
respetar la autonomía de las personas; o generar confianza en el público y afianzarla.
Se citan también las directrices de la OMS relativas a las cuestiones éticas en la gestión de brotes epidémicos,
elaboradas en el 2016 a raíz de la epidemia de ébola. Es un documento indispensable en esta reflexión porque
compendia todo lo teorizado hasta ese momento y refleja la experiencia práctica en África.

Una medida antiética y, por tanto, inmoral

 Jonas Herby, Lars Jonung y Steve H. Hanke: Did lockdowns work? The verdict on
Covid restrictions. Londres: Institute of Economic Affairs, 2023. https://iea.org.uk/publications/did-lockdowns-work-the-verdict-on-covid-restrictions/

Se han publicado muchos estudios que no encuentran correlación evidente entre la magnitud o severidad de
los confinamientos y la evolución de la epidemia. En este libro se presenta, a modo de compendio, un
metaanálisis de 34 estudios, y sus conclusiones son claras: los confinamientos en Europa y los Estados Unidos
tuvieron un efecto insignificante sobre la mortalidad por COVID-19.

 Esteban Vidal: Informe Coronavirus. Análisis comparativo de las políticas de gestión
de la pandemia en Europa y una aproximación al fenómeno de la epidemia desde la
ciencia política. Portal Libertario OACA: 8 de septiembre de 2020. https://www.portaloaca.com/articulos/politica/informe-coronavirus-analisis-comparativo-de-las-politicas-de-gestion-de-la-pandemia-en-europa-y-una-aproximacion-al-fenomeno-de-la-epidemia-desde-la-ciencia-politica/

 Paz Francés, José R. Loayssa y Ariel Petruccelli: Covid-19: La respuesta autoritaria y la
estrategia del miedo. Alicante: El Salmón, 2021.

 Piero Stanig y Gianmarco Daniele: Fallimento lockdown. Come
una politica senza idee ci ha privati della libertà senza
proteggerci dal virus. Milán: Boscone, 2021.

 Mark Woolhouse: The Year the World Went Mad. Sandstone
Press, 2022.

En estos trabajos se analiza de forma razonada la gestión de la pandemia desde
diferentes perspectivas y diferentes países, atendiendo a las cuestiones
epidemiológicas, políticas, sociales y también éticas. Ninguno de ellos puede ser
tachado de conspiranoico o negacionista. En general, sus conclusiones coinciden en
señalar la falta de ética y de proporcionalidad de las principales medidas adoptadas
durante la pandemia, desde el confinamiento, que es la nos ocupa aquí, hasta el
apartheid vacunal, pasando por los toques de queda, las PCR y las mascarillas.

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